En las profundidades del Cerro del Otero en Palencia yace un tesoro paleontológico de un valor incalculable, de hecho, los expertos lo califican como uno de los más importantes de España. Actualmente sellado y sepultado, este yacimiento es una auténtica ventana al pasado; concretamente al Mioceno medio.
A principios del siglo XX, se pusieron en marcha trabajos de extracción de arcillas para la tejería mecánica de Cándido García Germán, lo que conocemos como La Tejera. Unos movimientos del terreno que permitieron un continuo descubrimiento de restos fósiles, entre los que estaban incluso unos molares de mastodonte.
García Germán, alertado por lo que parecía un importante hallazgo, puso el terreno en manos expertas para que nada de valor se echase a perder. A la zona del Barredo Viejo, llegó el profesor Eduardo Henández Pacheco en 1912, que fue capaz de hallar más de trescientas piezas de esta época que, actualmente, están conservados en la Colección de Paleontología de Vertebrados del Museo Nacional de Ciencias Naturales en Madrid. Uno de los descubrimientos más llamativos son los ‘Titanochelon Bolivari’, unos caparazones fosilizados muy bien conservados de tortuga gigante.
Una conclusión clara que se extrae de la existencia de este yacimiento es que diversas especies poblaron Palencia en esta época y lo hacían en las inmediaciones de sus cuencas fluviales; lo que ha supuesto un hito en la comprensión de la fauna de la época.
Tanto es así que el hallazgo fue epicentro de la agenda pública de la sociedad palentina e incluso de algunas publicaciones especializadas de la época, como la propia revista de divulgación científica Ibérica; de la que fue portada en mayo de 1921.
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